No todos los recuerdos de la infacia se guardan con palabras. Algunos se graban en la piel, en la respiración, en el alma.
A los cuatro años, mientras los demás niños dormian la siesta en esa salita tan bien pensada para los más pequeños, yo permanecía despierta. Sin saber aún por qué ese lugar era mágico para mí. La luz suave entrando por las ventanas altas, las plantas silenciosas en la esquina y el murmullo de un piano despertándonos sin palabras…
Hoy sé que aquella sala era mucho más que un lugar para descansar. Era un espacio que sanaba, que abrazaba. Un lugar donde la arquitectua, sin yo saberlo, ya me hablaba.
Esa experiencia quedó tan viva en mí que hoy, como arquitecto, la entiendo: hay espacios que simplemente nos hacen bien. Y ese bienestar no es casual, se construye.
Cuando una casa nos escucha
La mayoría de las mujeres que llegan a mí no lo hacen buscando solo una reforma. Lo que realmente desean es volver a sentirse en casa.
A menudo, ese deseo nace de un momento vital: un cambio de etapa, una búsquedad de autenticidad, la necesidad de que el lugar que habitan refleje la mujer que son hoy.
Nuestra casa debe escucharnos. Debe cuidar de nosotras, con su luz, sus silencios, sus materiales. El entorno, en el que pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, no es un fondo neutro y nos influye mucho más de lo que imaginas; tiene el poder de transformarnos, incluso de sanarnos.
Lo esencial no se olvida
A veces, sin darnos cuenta, cargamos con espacios que ya no nos representan. Y algo dentro de nosotras susurra que es hora de cambiar.
Lo sé porque lo viví. Porque desde pequeña descubrí que hay lugares que te calman sin decir nada, que te invitan a respirar más profundo, a ser tú sin esfuerzo.
Hoy, ese recuerdo me guía en cada proyecto.
Por todo esto, hoy ayudo a mujeres a rediseñar su hogar desde un enfoque holístico.
No se trata solo de distribución o decoración. Se trata de crear un espacio que hable tu idioma actual. Que entienda tus silencios, tu luz, tu nueva manera de habitarte.
Porque lo esencial, lo que de verdad nos hace sentir bien, nunca se olvida. Solo hay que volver a encontrarlo.

